Introducción
La artritis séptica o infecciosa se refiere a la
inflamación en una o varias articulaciones
causada por una infección bacteriana (1).
Aunque ‘sepsis’ se define como una infección en
la sangre, también conocida como septicemia, en
la literatura veterinaria equina se considera que
la artritis séptica abarca cualquier tipo de
infección articular, sin importar si el agente
infeccioso llegó a la articulación a través del
torrente sanguíneo o por un trauma abierto. En
los equinos, ambos tipos de artritis séptica
pueden ocurrir, aunque la forma hematógena es
más frecuente y presenta diferencias
significativas respecto al tipo traumático.
La artritis séptica de etiología hematógena puede
ocurrir en potros desde inmediatamente después
de nacer hasta al menos los 7 meses de edad,
aunque es más común que se presente en
neonatos de manera secundaria a alguna sepsis
(2;5;6). Se caracteriza por una reacción
inflamatoria severa, que eventualmente puede
llevar a la destrucción del cartílago, hipertrofia
de la cápsula articular, reducción del rango de
movimiento y claudicación (3;5). Si el
tratamiento se retrasa, es insuficiente y/o
ineficaz, el daño puede volverse crónico en
forma de osteoartritis (OA), y el potrillo puede
tener un mal pronóstico para el deporte. En el
peor de los casos, el animal incluso podría
necesitar ser sometido a eutanasia por razones
humanitarias o morir debido a la incapacidad de
mantenerse de pie y amamantarse o por el
desarrollo de sepsis a partir de la bacteriemia
inicial (1). Recientemente, se ha sugerido que la
artritis séptica, la fisitis y la osteomielitis (SAPO)
también pueden llevar a la osteocondrosis (4), lo
que podría causar un riesgo adicional para
enfermedades articulares en edades más
avanzadas.
Caso clínico
El caso se presentó en un establecimiento de cría
de caballos de polo, ubicado en el departamento
de Río Cuarto, donde existen antecedentes de
diarrea neonatal, adenitis equina y poliartritis
séptica. La paciente era una potranca de raza polo
argentino, de 20 días de vida, que presentaba
claudicación de grado 3 en el miembro posterior
izquierdo.
Al examen clínico se observó efusión en ambas
articulaciones tibioastragalinas, más marcada en
miembro posterior izquierdo, aumento de
temperatura en la zona, rigidez al paso y dolor a
la manipulación de las extremidades. Las
ecografías de las articulaciones afectadas
mostraron acumulación de líquido sinovial y
destrucción del tejido articular. Las radiografías
confirmaron cambios osteolíticos en las metáfisis
de los huesos largos, compatibles con
osteomielitis, destrucción de hueso subcondral y
lisis ósea.
Se tomaron muestras de líquido sinovial para la
realización de cultivo y antibiograma. Además,
se indicaron estudios radiológicos y control
ecográfico (Figura 1) de las articulaciones
comprometidas obteniendo hallazgos
compatibles con artritis séptica.
Figura 1. Izquierda, imagen radiológica de la
articulación femorotibiorotuliana, mostrando cambios
compatibles con artritis séptica: lisis ósea subcondral
en tróclea femoral lateral, medial y patela. Derecha,
ecografía de la articulación escapulohumeral (hombro)
presenta imágenes compatibles con artritis séptica.
Cortesía Dr. MV Rafael Audap Soubie.
Resultados
En el cultivo se observó crecimiento de bacilos
Gram negativos que fueron identificados
mediante pruebas metabólicas como
Pseudomona aeruginosa (figura 3).
Las radiografías mostraron la presencia de
cambios osteolíticos en las metáfisis de los
huesos largos, compatibles con osteomielitis.
Además, se observaron signos radiológicos de
fisitis, lisis ósea subcondral, reacciones
periósticas, tumefacción de tejidos blandos
periarticulares y distención de la cápsula
articular. Estas imágenes confirmaron la
presencia de lesiones óseas severas, apoyando el
diagnóstico de artritis séptica.
Las ecografías realizadas en las articulaciones
afectadas mostraron imágenes compatibles con
artritis séptica escapulo-humeral, caracterizada
por efusión sinovial ecogénica y heterogénea,con
irregularidades de cartílago y hueso subcondral.
Tratamiento
El tratamiento consistió en la administración
intravenosa de Ceftiofur y Amikacina
(antibióticos seleccionados a partir de la