Caso clínico 1
Se presentó a consulta “Minerva”, caniche
hembra de 3.5 kg y aproximadamente 10 años de
edad, que había sido rescatada hacía dos meses
atrás. El motivo fue porque manifestaba tenesmo
rectal crónico debido a estreñimiento.
Se habían realizado radiografías con incidencias
VD y LL de cadera previamente en otro Centro
Médico Veterinario, donde se observó una
disminución del 90% del diámetro de la cavidad
pélvica por mala unión de fracturas múltiples de
la pelvis, no unión atrófica de fémur distal del
miembro pélvico izquierdo (MPI) y lesiones
sacras asociadas (figura. 1). Además, en la
incidencia radiográfica LL se observó
megacolon (figura. 2).
Al examen objetivo particular presentó
claudicación de cuarto grado en MPI y
desviaciones del eje óseo en la columna
lumbosacra. Se decidió realizar cirugía en dos
tiempos, resolviendo en primera instancia la
estenosis de la cavidad pélvica, para luego
intervenir la fractura de fémur y permitir que
utilice esa extremidad.
La técnica quirúrgica consistió en un abordaje
lateral al ilion, acetábulo e isquion izquierdos,
mediante osteotomía del trocánter mayor del
fémur. Una vez identificado el nervio isquiático
se aisló para luego proceder a la exéresis de la
cabeza y cuello femoral, seguido por ostectomías
en varias partes de la hemipelvis (figura. 3). La
primera se realizó en craneal del ilion, entre el
cuerpo y el ala, la segunda en caudal del cuerpo
del ilion craneal al acetábulo. Esto permitió
retirar el fragmento de ilion, para luego realizar
un corte caudal al acetábulo y extirpar el mismo;
para esto no fue necesario realizar osteotomía del
pubis debido a que presentaba adherencias
fibrosas. Por último, se realizó un corte en
isquion ligeramente craneal a la tuberosidad
isquiática extirpando el fragmento del cuerpo del
mismo y se estabilizó el trocánter mayor del
fémur mediante compresión interfragmentaria
con agujas de kirschner y cerclaje con alambre en
ocho. Se realizaron radiografías posquirúrgicas
para verificar que el procedimiento haya sido
adecuado (figura. 4). A la semana de la cirugía la
paciente ya podía defecar con normalidad y al día
de la fecha, luego de un año, mantiene una buena
calidad de vida. Sin embargo, por factores ajenos
a cuestiones médicas, su tutora decidió no
intervenir la fractura femoral del MPI,
comentando que a veces lo usaba para hacer
“equilibrio”.
Figura 1. radiografía ventro dorsal de Cadera donde
se observa estrechez del canal pélvico.
Figura 2. radiografía lateral de cadera y abdomen
caudal donde se observa megacolon.
Figura 3. ostectomías en varias partes de la
hemipelvis.