memorables que se jugaban los sábados a la tarde en el pasillo del pabellón Minetti con una pelota de papel
que fabricábamos con los chicos. Con cada gol, una alegría desbordante y toda la felicidad transmitida de
un momento único de abrazos y risas, aunque sea fugaz, muy corto, casi nada, pero que ayudaba a mitigar
tanto dolor, tanto sufrimiento, tantas ausencias de niños enfermos condenados a meses y meses de
internación.
Nunca más volví a jugar partidos así. Los equipos se desarmaron. Los jugadores se fueron yendo de a poco,
uno a uno, despacito. No pudieron con tanta emoción. El estadio quedo vacío, dejándome en el alma un
dolor insoportable y demasiadas cicatrices, algunas difíciles de olvidar.
Pero siempre hay revancha y para mí, para nosotros cada día en la consulta es un nuevo amanecer, un
nuevo desafío y lo enfrentamos con decisión, para tratar de ganar la pulseada siempre porque está en juego,
nada más ni nada menos que la sonrisa de los chicos y con eso no se jode. Y los ves crecer y te regalan a
diario una caricia, un beso, un abrazo, un ¡Chau doctor! a la distancia… esa vibración tan especial.
Como me pasó con Ariatna
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a quien conozco desde que nació y cuando aprendió a hablar, un día en la
consulta me dijo:
• No me pongas más ese palito en la boca.
En vez de usarlo le regalé el baja lengua para que juegue en su casa.
• ¿Me podés hacer un dibujito? -pregunta.
Dibujo, lo mejor que puedo, una carita en la madera. Ojos redonditos, finas cejas,
gran nariz puntiaguda y cabello bien enrulado.
• ¿Carita feliz, triste o enojada?
• ¡Carita feliz! - me responde después de pensar un instante.
Completo el rostro con una espléndida sonrisa, muy parecida a la suya. Contenta se va.
Con cada consulta se repite nuestro pacto. Ella me regala una sonrisa pura, plena, radiante y yo un dibujito
en la madera.
• ¿Carita feliz? – pregunto.
• ¡Carita feliz! - me responde.
La misma que debieran tener, sin ningún tipo de excepción, todos los niños del mundo.
Una vocación, la nuestra con alegrías y tristezas. Tristezas y alegrías como quieran, con certezas, con
incertidumbres, con satisfacciones, con ingratitudes, pero siempre allí diciendo presente, siempre
acompañando en las buenas y en las que no lo son tanto. Por eso permítanme imaginariamente volver el
tiempo atrás por un instante y pensarme con seis, siete, ocho años caminando de la mano de mi querida
viejita en cualquier mañana de primavera solo para escuchar nuevamente aquella pregunta. ¿Para qué? para
contestarla hoy aquí otra vez, como seguramente lo harían ustedes también, sin dudar. Después del camino
recorrido, con la misma claridad y contundencia de aquella vez:
¿Nene, nene qué vas a ser cuando seas grande?
¡Médico de Niños… voy a ser Médico de Niños!
Palabras Claves: Médico Pediatría – Vocación – Niños
Keyword: Pediatrician – Vocation – Child
Bibliografía
1. Tamaro Susanna. DONDE EL CORAZON TE LLEVE. Seix Barral, Barcelona, España, 1999
2. Cesar Leo Kronwitter. Cap. Caritas. En Médicos de Niños. Relatos. Ediciones del Boulevard, Córdoba,
Argentina, 2015: 108-109.