Revista Methodo: Investigación Aplicada a las Ciencias Biológicas. Universidad Católica de Córdoba.
Jacinto Ríos 571 Gral. Paz. X5004FXS. rdoba. Argentina. Tel.: (54) 351 4517299 / Correo:
methodo@ucc.edu.ar / Web: methodo.ucc.edu.ar | SEMBLANZA Rev. Methodo 2023;8(1):48-50.
SEMBLANZA Rev. Methodo 2023;8(1):48-50
https://doi.org/10.22529/me.2023.8(1)09
Recibido 12 Nov. 2022 | Publicado 02 Ene. 2023
Prof. Dr. Miguel Manzur (1918-2012)
Miguel Manzur nació el 3 de julio de 1918, en la
ciudad de Córdoba. Era el segundo de los seis hijos
de Ayey Manzur y Sarafet Lahiz, un matrimonio de
inmigrantes libaneses del pueblo de Ras Baalbeck,
dedicados al comercio de ramos generales.
Miguel curso sus estudios primarios en un colegio
provincial ya desaparecido, al que todos conocían
como “Colegio de la rata” y sus estudios
secundarios en el Colegio Montserrat, del cual
egreso en el año 1937 con el título de Bachiller
Humanista, destacándose en matemáticas y
álgebra. Alentado por sus profesores a estudiar
ingeniería, fue a inscribirse en dicha carrera, pero
cambió rápidamente de idea al observar un examen
de algebra y sin tener muy en claro su vocación, se
matricula en la carrera de Medicina de la
Universidad Nacional de Córdoba.
Por aquellos años, mientras estudiaba, fallece su
padre.
En abril de 1945, obtuvo su título de Médico
Cirujano. Fue practicante menor y luego mayor del
reconocido semiólogo Ramón “Chino” Navarro.
Se formó en Clínica Médica en la sala 8 del
Hospital Nacional de Clínicas junto a grandes
internistas como Temístocles Castellano, García
Faure y Ramón Brandan, a quien siempre
considero su maestro. Al jubilarse el Dr. Brandan
asume como Profesor Adjunto a cargo de la
Cátedra de Clínica Médica en el Hospital Nacional
de Clínicas en el año 1955, hasta que por razones
políticas fue separado de su cargo. Ese año y
gracias a sus conocimientos del idioma alemán,
obtuvo una beca como médico asistente en la
Segunda Cátedra de Clínica Médica de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Múnich, donde
permaneció hasta junio de 1956.
Debido a la situación aún inestable de la Argentina,
decidió establecerse en la tierra de sus padres, en
busca de un nuevo ámbito laboral. En ese país
conoció a una joven libanesa Wadad Gemayel, con
quien se casó antes de su regreso. Junto a su esposa
formaron una familia de cinco hijos y tres nietas.
Disfrutaba despertarse muy temprano para
desayunar tranquilo y leer el diario. Le gustaba
regar las plantas y vigilar con sigilo como
maduraban las brevas de una gran higuera ubicada
al fondo del jardín. Era amante de la música clásica,
en especial de Beethoven. Dedicaba
aproximadamente cinco horas diarias a la lectura
Figura 1. Prof. Dr. Miguel Manzur
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Prof. Dr. Miguel Ángel Manzur (1918-2012)
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no solamente libros de medicina, sino también de
historia y arte, especialmente pintura.
Hablaba con fluidez alemán, francés y árabe.
Ejerció la medicina y la docencia universitaria
hasta los 90 años.
Falleció el 22 de diciembre de 2012 a los 94 años
de edad, su última voluntad fue ser sepultado con
su guardapolvo blanco, cuyo bolsillo superior tenia
bordado “Prof. Dr. Miguel Manzur”.
¿Cuál era su concepto de la educación médica?
“Sostuvo siempre el concepto que el aprendizaje y
la acumulación de conocimientos y
experiencias en Clínica Médica tienen dos
fundamentos básicos y esenciales:
la actualización permanente y,
la enseñanza a la cabecera del enfermo.
Afirmó que la experiencia en el internista se
fundamenta no solo en los aciertos diagnósticos
sino también de los errores cometidos.
Defendió fielmente la elaboración de una correcta
y lo más completa posible Historia Clínica.
Durante su larga actividad docente fue testigo de
las deficiencias, groseros errores y grandes vacíos
en el aprendizaje clínico.
Consideró que para asumir el delicado compromiso
de enseñar Clínica Médica se debe contar con
Hospitales adecuados y provistos de los
instrumentales modernos necesarios para un
correcto diagnóstico.
Fomentó como una necesidad en el aprendizaje la
colaboración de profesionales expertos en otras
áreas de la medicina.
Finalmente, consideraba como una condición “sine
qua non” las experiencias que se adquieren en
los ateneos Anátomo clínicos”
1
.
¿De vocación se nace o uno se hace?
“Mi vocación por la Medicina Clínica, conocida
también como Medicina Interna recién afloró
cuando yo cursaba el año de mi carrera, o en
que comencé a asistir como practicante a la sala 8,
de mujeres del Hospital Nacional de Clínicas, cuyo
profesor titular era el eximio internista y
cardiólogo, el Dr. Gregorio Martínez.
Allí me conecté con médicos talentosos que me
enseñaban la medicina siempre al lado del enfermo,
método de aprendizaje y de acumulación de
experiencia que mantuve siempre como docente.
¿Se preguntarán ustedes mi ingreso como
alumno a la Facultad de Medicina fue por
vocación? No. Cuando en aquella época, la década
del 30 del siglo pasado, terminado el bachillerato,
al estudiante le ofrecían tres caminos: o ser
abogado, o ser médico, o ser ingeniero civil.
Y aquí viene lo anecdótico. Nunca pretendí ser
abogado, y por tanto debía seleccionar o Medicina
o Ingeniería Civil. En el año de mi bachillerato
en el centenario Colegio Nacional de Montserrat,
enseñaba Matemática Superior el Ingeniero Julio
de Tezanos Pinto, que era a la vez Decano de la
Facultad de Ingeniería. Como yo había obtenido en
todas las pruebas y en el examen final el promedio
más alto, 10 puntos, Tezanos Pinto me aconsejaba
muy a menudo, que yo debía ingresar a la Facultad
de Ingeniería. En 1938, después de cumplir los tres
meses de enero, febrero y marzo con el Servicio
Militar como aspirante a oficial de la reserva, como
era la disposición oficial en aquella época para los
estudiantes, justo el primer día de abril llené la
solicitud de ingreso a la Universidad, sin definir a
que facultad quería ingresar.
Con la solicitud me dirigí a la Facultad de
Ingeniería. Allí en un aula se estaba tomando
examen de Algebra Superior, materia del primer
año. El tribunal lo integraba el Ingeniero Centeno
a quien lo conocíamos en el Monserrat como la
“vieja Centeno”, de carácter avinagrado y muy
exigente. El otro miembro, un profesor cincuentón
y algo obeso, miembro de la Sociedad de Córdoba,
a quién conocían los estudiantes como el “cabezón
Deheza”. Ambos se paseaban por el aula, repleta de
alumnos, mientras casi al mismo tiempo se dirigían
al pobre estudiante que estaba rindiendo con estas
palabras poco estimulantes: “borre, eso está mal”.
El estudiante con el rostro de un condenado a
muerte, borraba con una mano y con la otra
limpiaba su frente, muy transpirada, con su
pañuelo.
Todos sus compañeros, sentados, observaban la
escena y sus rostros hacían recordar a los que se
veían antes, hace muchos años, en los velorios de
Córdoba.
Ese espectáculo me impactó. Di media vuelta y me
dirigí a la Secretaría de la Facultad de Medicina,
ubicada en esa época en un caserón en la calle
Caseros, Frente al Rectorado y a la Facultad de
Derecho, donde presenté mi solicitud de ingreso, y
desde entonces comenzó la otra etapa de mi vida
donde recién reconocí mi vocación.”
2
Mi vivir y sentir con el Profesor Manzur, en
primera persona.
Lo conocí cuando cursé Semiología en el año 1962.
La materia se dictaba en el Hospital del Valle en el
Barrio Aeronáutico.
Sus clases teóricas eran muy esperadas, en tiempos
de tiza y pizarrón. El desarrollo ordenado, basado
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Prof. Dr. Miguel Ángel Manzur (1918-2012)
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en la explicación de los síntomas y los signos de las
enfermedades y su agrupamiento en síndromes
clínicos, todo fundado en los mecanismos
fisiopatológicos que los originaban, nos
cautivaban. Además, tenía la particularidad de
introducir sorpresivamente, relatos de su
experiencia como médico joven, siempre risueños
y con un humor inteligentemente medido.
La actividad práctica seguía a continuación y
consistía en la Revista de Sala. Era allí donde su
saber afloraba en toda su magnitud frente a cada
paciente internado.
Su capacidad para realizar un diagnóstico certero
era lo más destacable. Seguramente la observación
clínica basada en un profundo conocimiento,
experiencia y juicio crítico eran las bases
fundamentales para el logro de esos resultados.
Cuando estudiantes y médicos de Sala nadábamos
en un mar de incertezas frente a un determinado
Caso Clínico, con un par de preguntas sencillas
ordenaba y echaba luz sobre la orientación
diagnostica, que consolidaba con maniobras
semiológicas apropiadas.
Volví a tenerlo felizmente como Profesor de
Clínica Médica, materia que se desarrollaba en la
Clínica Hospital Reina Fabiola en Boulevard Junín
esquina Independencia. (actual Bv. Illia esquina
Independencia).
Nos enseñó Medicina y que el saber no es innato.
Se corresponde con mucho esfuerzo y horas de
estudio. Nunca desde un pedestal. Siempre
próximo.
Su juego desafío era: ¿de qué quieren que les hable
hoy? Notable!!!!
Para muchos de nosotros fue el mejor Profesor de
Medicina de la UCC entre otros grandes profesores
de la Facultad.
Un Gran Maestro de la Medicina de Córdoba, mi
Maestro.
Prof. Dr. Miguel Ángel Imwinkelried
(Profesor Consulto Facultad de Ciencias de la
Salud- Universidad Católica de Córdoba.).
Agradecimiento
Expresamos nuestro Agradecimiento a la Dra.
Sara Manzur, por el aporte y colaboración en la
Semblanza.
Referencias
1. Conferencia. Jornadas Multidisciplinarias de
medicina Interna, septiembre 2004.
2. Conferencia dictada en el Rotary Club Córdoba
en honor a los 60 años de ejercicio de la medicina,
mayo 2005.
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