manera aguda, tórpida, con progresión de las
lesiones cutáneas, así como el estado general del
paciente, objetivándose en el lapso de una hora
compromiso del miembro inferior izquierdo con
extensión a región genital, perineal y miembro
inferior contralateral. Se asoció a necrosis
extensa con formación de ampollas hemorrágicas
superficiales que se erosionaban con facilidad,
sangrando espontáneamente (Figura 2, 3 y 4). A
la anamnesis indirecta el familiar refirió que la
lesión inicio con una mácula eritematosa, con
signos de flogosis de bordes definidos, de 5 cm
de diámetro localizada en cara interna de muslo
izquierdo, asociado a fiebre de cinco horas de
evolución.
Ante el diagnostico presuntivo de shock séptico
secundario a fascitis necrotizante se solicitó
laboratorio, ecografía de partes blandas,
hemocultivos y cultivo microbiológico del
contenido ampollar. En el laboratorio se objetivó
pancitopenia, alteración función renal y del
hepatograma, elevación de reactantes de fase
aguda y de creatinfosfoquinasa, y la ecografía fue
compatible con fascitis necrotizante. Se inició
tratamiento empírico antibiótico de amplio
espectro con vancomicina (dosis de carga 30
mg/kg y mantenimiento 15 mg/kg), piperacilina
tazobactam (4.5 gr) y clindamicina (600 mg)
asociado a fluidoterapia. En manejo
interdisciplinario conjuntamente con los
Servicios de Cirugía General, Traumatología,
Infectología, Anestesiología y Dermatología, se
decidió intervención quirúrgica de emergencia.
Minutos previos al acto quirúrgico el paciente
presentó paro cardiorespiratorio sin respuesta a
maniobras de reanimación con posterior óbito.
A las 72 hs de lo sucedido se obtuvo el resultado
de los cultivos bacteriológicos de sangre
periférica, siendo estos negativos, y del
contenido de las ampollas hemorrágicas que
informaron desarrollo de “Bacillus Cereus”.
Discusión
La fascitis necrotizante (FN) fue descrita por
primera vez por Wilson en 1952; se define como
una infección grave, rápidamente progresiva que
afecta la fascia muscular y el tejido celular
subcutáneo, generando una necrosis extensa, así
como toxicidad sistémica por lo que se asocia a
una elevada mortalidad y pone la vida en peligro
si no se reconoce en forma precoz. En cuanto a la
patogenia se produce una trombosis de la
microcirculación subcutánea, isquemia con
destrucción y licuefacción de la grasa y
proliferación bacteriana1-3. Los factores
predisponentes pueden ser locales y/o generales
e incluyen venopunción, traumatismos
penetrantes, procedimientos quirúrgicos, edades
extremas, arteriopatía periférica,
inmunosupresión, corticoterapia, neoplasias,
diabetes y alcoholismo4,5.
Existen dos entidades diagnósticas en función del
agente etiológico: la FN tipo 1, infección
polimicrobiana (organismos anaeróbicos y
aeróbicos) que se produce en pacientes con
comorbilidades previas como diabetes o cirugía
reciente. En cambio, la FN tipo 2, es
monomicrobiana, producida fundamentalmente
por estreptococos beta-hemolíticos del grupo A,
y menos frecuentemente por otras especies,
como Staphylococcus aureus; ésta ocurre
independientemente de los factores del riesgo del
paciente5. El Bacillus Cereus es un bacilo Gram-
positivo, considerado por muchos años como
contaminante, pero hoy se sabe que es causante
de fascitis necrotizante en pacientes con
inmunosupresión6,7.
En cuanto a las manifestaciones clínicas, su
inicio es similar al de la celulitis infecciosa; los
síntomas incluyen fiebre, dolor, edema y eritema
en la zona cutánea afectada. Las manifestaciones
cardinales de la fascitis necrotizante son el dolor
intenso desproporcionado al hallazgo clínico
local, ampollas hemorrágicas y/o anomalías en
los signos vitales5.
Si bien el diagnóstico es fundamentalmente
clínico, se requiere una alta sospecha clínica que
conjuntamente con los estudios complementarios
pueden orientar al diagnóstico de FN. En el
laboratorio se puede objetivar elevación de
reactantes de fase aguda, alteración del
hepatograma, de la función renal y del
coagulograma, así como aumento de la
creatinfosfoquinasa sérica. Se debe realizar
hemocultivos e idealmente obtener tejido en el
procedimiento quirúrgico de la zona periférica a
la necrosis, para su estudio microbiológico, que
es fundamental para determinar el germen
causante y dirigir el tratamiento antibiótico. El
material de las flictenas o de la superficie cutánea
es poco rentable. En cuanto a estudios de
diagnóstico por imagen, la tomografía
computarizada es el estudio de elección ya que
permite identificar un engrosamiento y edema de
la fascia profunda y presencia de gas en los
planos fasciales. La ecografía y la radiología
simple son de menor utilidad, pero podrían
utilizarse si el paciente presentara
descompensación hemodinámica con
imposibilidad de movilización8-12.
Entre los diagnósticos diferenciales, deben
incluirse en fases iniciales la celulitis y en fases
avanzadas la celulitis necrotizante, pio miositis y
gangrena gaseosa producida por Clostridium;
ésta última a menudo ocurre después de