centenares de ensayos clínicos sobre posibles tratamientos. El 20 de marzo la Organización Mundial de
la Salud anuncia el lanzamiento de Solid arity, un enorme ensayo clínico a gran escala que probó en
docenas de países y en miles de pacientes la eficacia de posibles tratamientos contra la COVID-19. El 9
de noviembre Pfizer/BioNTech anuncia que la eficacia de su vacuna superaba el 90 %. Un mes después,
el 11 de diciembre 2020, la FDA aprueba la primera vacuna para uso de emergencia; la de ARNm de
Pfizer/BioNTech, a las que se unirá luego la de Moderna y en enero 2021 la vacuna de AstraZeneca. Al
mismo tiempo comienzan a preocupar las nuevas variantes del virus. En enero de 2021 Johnson &
Johnson anuncia que su vacuna adenoviral es la primera con eficacia demostrada con una sola dosis.
Finalmente, el 23 de agosto de 2021, la FDA otorgó la aprobación total a la vacuna de ARNm de
Pfizer/BioNTech para personas mayores de 16 años, y actualmente, tiene una autorización de emergencia
para niños a partir de 5 años.
La pandemia por el virus del SARS CoV-2 ha llegado en un momento en el que el sistema
científico mundial se hallaba mucho más robusto, sofisticado y articulado que en el pasado, generando
una serie de desafíos nunca antes considerados en forma conjunta en la historia de la humanidad. Ha sido
en tiempo real que se han tenido que movilizar las capacidades individuales, tanto a nivel público como
privado, para encontrar soluciones. Debido a la crisis sanitaria a nivel global, el mundo en su conjunto
tuvo que salir a la búsqueda de respuestas a través de la creación de vacunas que pudieran mitigar la
enfermedad.
Es importante destacar algunas características, para poder entender cómo la ciencia logró
cumplir con este objetivo. Los intercambios de datos a nivel global (permitiendo que los estudios estén
disponibles meses antes inclusive que en las revistas científicas), el impactante avance de la biología
molecular (que permitió la secuenciación genómica del virus en tiempo récord y el desarrollo de nuevas
plataformas de vacunas en base a ARNm y proteínas recombinantes principalmente), la bioinformática
(utilizando nuevos modelos matemáticos con la consiguiente reducción de los tiempos, meses a tan solo
días, para investigar un virus emergente) y, principalmente, la participación de equipos
multidisciplinarios, combinando el saber de diversas áreas del conocimiento, como la virología, la
bioestadística, la biología molecular, y el estudio fisiopatológico de esta enfermedad emergente.
Todas estas áreas han trabajado en forma conjunta con la industria del desarrollo de fármacos
que, en estrecha relación con la investigación aplicada, han logrado que la búsqueda de una vacuna que
pudiera frenar el avance de esta enfermedad, se transforme definitivamente en una realidad.
Los ensayos clínicos no mostraron eventos adversos serios o de seguridad dentro de las 8
semanas posteriores a la vacunación, siendo este un importante indicador de la calidad del desarrollo
logrado a través de los distintos actores.
El esfuerzo global casi dos años después del comienzo de la pandemia generada por la COVID-
19 ha dado como resultado el desarrollo y distribución de vacunas seguras y eficaces avaladas por las
autoridades sanitarias competentes.
Indudablemente estamos viviendo una época de grandes cambios, esta inesperada situación
sanitaria ha actuado como disparador de una nueva posible interacción entre distintos actores mundiales.