fundamentalmente por exclusión, por lo que deben
descartarse causas no inmunes y hereditarias, así
como las PTI secundarias3,4,6. En el caso de
nuestros tres pacientes, se realizó punción
aspirativa de médula ósea al no obtenerse una
respuesta al tratamiento inicial1, si bien este
método se encuentra indicado durante la
evaluación inicial si la plaquetopenia se acompaña
de otras citopenias o en el caso de adultos mayores
a 60 años, así como previo a indicar una
esplenectomía1.
El tratamiento actual de PTI no está estrictamente
definido. En nuestros tres casos se inició
tratamiento con cifras inferiores a 30x109/l
plaquetas1. Casos con 30-50x109/l plaquetas deben
tratarse ante sangrado o en caso de procedimiento,
como así también en aquellos casos seleccionados
con un estilo de vida de riesgo1. El tratamiento de
primera línea suele consistir en corticoesteroides
(dexametasona o prednisona en dosis altas)7 o
inmunoglobulina endovenosa8,9. Si se observa una
respuesta positiva, está recomendado iniciar un
descenso gradual de corticoides con el objetivo de
suspenderlo a las seis semanas (máximo ocho
semanas)8. Si no hay respuesta a la dosis inicial
dentro de las dos semanas, se sugiere disminuir
gradualmente el corticoide durante una semana
para finalmente discontinuar el tratamiento8. Por
otro lado, las inmunoglobulinas se prefieren antes
que la corticoterapia en pacientes con sangrado
activo, alto riesgo de sangrado o aquellos con
requerimiento de procedimientos quirúrgicos8.
El tratamiento de segunda línea incluye
fundamentalmente la esplenectomía, rituximab y
los agonistas del receptor de la trombopoyetina
(AR-TPO): eltrombopag y romiplostim1,2,3,8,9. No
existen pautas para especificar el orden en el que
se deben utilizar dichos agentes6. Actualmente,
tanto eltrombopag como romiplostim se
encuentran aprobados para el tratamiento de
pacientes no respondedores10,11, mientras que
rituximab constituye una indicación no aprobada
para PTI, si bien existen numerosas publicaciones
que avalan su utilidad, aunque ningún estudio
aleatorizado10. Por lo tanto, el tratamiento debe
individualizarse en función de la duración de la
PTI, la frecuencia de episodios hemorrágicos,
comorbilidades, adherencia a la medicación,
preferencias del paciente, costo y disponibilidad2.
A su vez, tal como se describe en el tercer caso,
una recaída tardía autoriza a repetir un esquema
similar al inicial1.
La esplenectomía es hoy el tratamiento más eficaz
a largo plazo, el cual se difiere hasta un año
después de realizado el diagnóstico, tal como se
señala en el tercer caso, dada la posibilidad de
remisiones espontáneas y estabilización
plaquetaria1. Hasta un tercio de los pacientes
pueden remitir en un año y hasta el 80% pueden
remitir en cinco años. Los riesgos a largo plazo
incluyen aumento de las tasas de trombosis,
infecciones y cáncer8, mientras que a su vez la
morbilidad aumenta en relación con factores como
la obesidad, la edad avanzada y la pluripatología
crónica2.
En nuestra serie de casos, siendo los dos primeros
pacientes correspondientes a enfermedad
persistente, tras la falta de respuesta a las terapias
de primera línea, se emplearon preferentemente los
AR-TPO como primer agente de segunda línea.
Está descrita una mayor durabilidad en la respuesta
con el uso continuado de estos agentes respecto a
rituximab8. Por otro lado, pacientes con PTI
crónica en los que se prioriza una respuesta
duradera, las opciones principales recomendadas
son la esplenectomía y los AR-TPO8.
Se ha determinado que no existe una diferencia
significativa respecto a los beneficios netos o el
perfil de seguridad entre la administración de
eltrombopag y romiplostim8,10, por lo que la toma
de decisiones iniciales podría verse impulsada por
la preferencia del paciente por la vía de
administración, es decir, la medicación diaria oral
(eltrombopag, en dosis de 25-75 mg/día) en
comparación con la inyección subcutánea semanal
(romiplostim, en dosis de 1-10 ug/kg), así como
por las características referentes al costo y
disponibilidad de cada uno en particular8.
Para concluir, siendo que los tres casos
corresponden a PTI no respondedora con
parámetros de trombocitopenia severa con un alto
riesgo de sangrado, resulta fundamental alternar
terapias combinadas de acuerdo a su evolución
(corticoterapia y AR-TPO), con diferentes
mecanismos de acción y toxicidades primarias,
con el objetivo de optimizar la efectividad del
tratamiento6.
Bibliografía
1. Fantl D, Milovic V, Shanley C, et al. Guías
de diagnóstico y tratamiento: edición 2019.
[Internet] 1a ed revisada. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (Arg): Sociedad
Argentina de Hematología; 2019.
Disponible en:
www.sah.org.ar/docs/2019/Guia_2019-
completa.pdf; consultado octubre 2020.
2. Sanz Alonso MA, García VV. Directrices de
diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la
PTI: Documento de Consenso. [Internet]. 1a
ed. Madrid: Sociedad Española de
Hematología y Hemoterapia; 2011.
Disponible en:
www.sehh.es/publicaciones/consensos/174