grado de competencia podemos decir que se
encuentra en condiciones de impartir la
supervisión a otra persona en formación Tabla 2
17
.
Decidir qué nivel de supervisión requiere cada
estudiante para cada actividad, o la decisión de que
un estudiante puede llevar adelante una tarea sin
supervisión (decisión confiable justificada)
implica una decisión activa por parte de un docente
supervisor, que debe tener datos confiables para
tomarla y con criterios claros y comunes a todos
los supervisores.
Tabla 2. Niveles de Supervisión según el grado de
supervisión que requiera el estudiante o residente para
realizar determinada APROC.
La planificación de las actividades educativas requiere
conocer en qué nivel de desarrollo de cada APROC se
encuentra cada estudiante, de manera de poder facilitar
el aprendizaje, pero también para garantizar la seguridad
en la atención de los pacientes. En el ámbito de la
enseñanza clínica, los supervisores de manera cotidiana
permiten que sus estudiantes (o residentes) lleven
adelante tareas, no siempre con la certeza de que están
“aptos” para hacerla. Es clave que dispongan de
información producto de la evaluación del desempeño
para la toma de estas decisiones. Esto pone de relieve
que la información más relevante es la que se recoge de
la práctica, y por ende es importante conocer las
limitaciones y sesgos de la evaluación basada en el
trabajo. Este tipo de evaluación gana en validez, pero las
limitaciones vinculadas a su confiabilidad obligan a
aumentar el número de evaluaciones y combinar
diversas fuentes de información. Simultáneamente, la
evaluación en el contexto de las APROCs lleva a pensar
una evolución de la evaluación que pasa de ser una
evaluación del aprendizaje, un registro de progreso, a un
modelo conceptual en el que los procesos de evaluación
estén función del aprendizaje, son para el aprendizaje.
Este cambio conceptual es lo que hoy se conoce como
evaluación programática, un modelo en él se ha
ampliado tanto el tipo y naturaleza de la información que
se recolecta, como así el uso que se le da. En estos
modelos se prioriza la decisión colectiva al valor
psicométrico individual de las medidas
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La transferencia de confianza describe un punto en
el que el supervisor autoriza a un
estudiante/residente a realizar una tarea de manera
independiente. Esta decisión de confianza incluye
más que la simple evaluación de la habilidad del
estudiante o residente. La decisión de transferir
responsabilidad a un aprendiz debería ocurrir
cuando se juzga que tiene la preparación
suficiente, cuando su habilidad corresponde con la
complejidad de la situación del paciente y los
riesgos son aceptables, entendiendo que cualquier
decisión de delegación implica asumir un riesgo
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20
.
Los factores que influyen en que confiemos en que
un estudiante podrá llevar adelante una tarea sin
supervisión incluyen cuatro puntos fundamentales.
La “confianza” requiere, por un lado, que el
docente tenga la certeza de que el estudiante posee
la habilidad, es competente en el sentido
tradicional. Pero esta habilidad debe estar
acompañada por integridad, es decir honestidad y
benevolencia; Confiabilidad entendida como un
comportamiento consciente y consistente; y
finalmente humildad, el discernimiento de sus
limitaciones y la predisposición a pedir ayuda en
caso de necesitarla.
En la formación en servicio, el alumno/residente se
forma para ser confiable y debe volverse confiable;
pero sabemos que es habitual que los graduados
estén habilitados a llevar adelante actividades en
las que los supervisores nunca los han observado,
e incluso que nunca han tenido la oportunidad de
realizar. En este sentido, las decisiones de
transferencia de confianza requieren una
estimación de la competencia adaptativa. Estas
decisiones ocurren diariamente de una forma
implícita. Es necesario pasar de criterios implícitos
a criterios explícitos para tomar esta decisión,
cuando son implícitos refieren a criterios propios o
institucionales, criterios referidos a la norma,
criterios referidos al proceso o progreso del propio
aprendiz; la decisión se toma sin tener en cuenta si
pueden o no llevar a cabo la actividad. Las
APROCs promueven que la delegación de
responsabilidad se decida por unidades separadas
de práctica profesional, posibilitando la
participación gradual y legítima de los sujetos en
formación, transformando la evaluación
tradicional en decisiones de delegación como
marco de referencia.
Las APROCs vinculan el concepto de competencia
con la práctica profesional, facilitando su
aplicación para la planificación y el monitoreo del
desarrollo de la misma. Ofrecen, además un
modelo de supervisión escalonado que se ajusta al
nivel de alcance de la competencia de cada
estudiante en cada tarea, requiriendo una
evaluación de la práctica que sea insumo para el
aprendizaje. De esta manera, se constituyen en un
camino para la implementación de la educación
basada en competencias, a través de conceptos de
fácil compresión para todos docentes del ámbito
clínico ya que reflejan su práctica cotidiana.
Bibliografía
1. Flexner A. Medical Education in the United
States and Canada. Washington, DC: Science
and Health Publications, Inc.; 1910